—¿Sabe usted de filosofía oriental?
—Lo que más.
—Y, ¿qué puede decirme de Mao?
—No está mal, pero yo soy más de Cruzcampo.
—¿Sabe usted de filosofía oriental?
—Lo que más.
—Y, ¿qué puede decirme de Mao?
—No está mal, pero yo soy más de Cruzcampo.