—Papa, no puedo dormir, tengo miedo!
—¿De qué?
—De los monstruos.
—¿Los has visto?
—Pues no.
—Menos mal, sino tampoco dormía yo.
—No ayudas.
—Papa, no puedo dormir, tengo miedo!
—¿De qué?
—De los monstruos.
—¿Los has visto?
—Pues no.
—Menos mal, sino tampoco dormía yo.
—No ayudas.